Una vez más las FARC, le demuestran al mundo entero que su organización es aun más TERRORISTA que la misma AL-QUEIDA. Que su sigla E-P, solo significa ENEMIGO DEL PUEBLO.
Que los intereses de sus cabecillas principales no son otro que la TOMA DEL PODER POR LAS ARMAS, sin importarles el sufrimiento del pueblo colombiano; no tienen ideales ni propósitos, solo la destrucción de una nación democrática.
Sigue siendo inconcebible, que existan naciones como los países integrantes de la UNION EUROPEA, que duden de la
calidad de TERRORISTAS que posee las FARC, ni siquiera la organización ETA que azota a España, ha llegado a cometer un genocidio similar al ocurrido este último fin de semana en Colombia.
Mayo 5 de 2002
FUENTE: EL TIEMPO
Testimonios de los sobrevivientes
"De un momento a otro quedamos en medio de una nube de candela y humo. Nadie sabía para dónde coger. Había cuerpos pegados a las paredes, despedazados, gente desfigurada".
Así relata Joaquín Aguilar*, uno de los 18 heridos en la iglesia de Bojayá (Chocó) que fueron trasladados a hospitales de Medellín, los dramáticos momentos que vivió hace cuatro días, cuando un cilindro explosivo impactó en la capilla de Bojayá, mató a 108 personas (45 de ellas niños) y dejó heridas a un número similar.
"Todo mundo lloraba y corría sin rumbo fijo. Unos corrieron pa'l monte, otros afortunadamente lograron sacarnos con vida de los escombros".
Las condiciones de seguridad no han permitido evacuar al resto de los 87 lesionados.
En el momento de la explosión, Aguilar estaba recostado en el piso previendo cualquier bala perdida de los combates entre las Farc y las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), que habían comenzado el miércoles. Un pedazo de hierro le cayó en la rodilla derecha.
"Cuando sentí el golpe, miré para todos lados. Mi señora me decía que me parara, que me parara, que nos habían matado a todos".
"Yo le decía que no podía, porque tenía la pierna partida. Ella me jaló y me jaló hasta que me sacó con un poco de tejas hasta la casa cural. Cuando nos dimos cuenta fue que todo se estaba cayendo encima", dice.
María González*, herida por una esquirla en el hombro derecho, con una lesión en el oído y otra en la pierna derecha, salió brincando como pudo, apoyando de cuando en cuando el pie entumecido para llegar hasta un convento ubicado a unos pasos de la iglesia.
"Yo quedé prácticamente desnuda. No sé cómo la ropa se me desbarató. Lo único que pensaba era en salvarme, correr, a pesar de que tenía una lesión tan fuerte", dijo.
El viernes, aprovechando un descanso del tiroteo que se reinició tan pronto ocurrió lo del cilindro, los habitantes se volcaron hacia el río Atrato ondeando banderas blancas para poder atravesarlo y llevar en canoas a los heridos hasta el hospital de Vigía del Fuerte, población situada al frente de Bojayá.
A María un sacerdote la llevó en hombros.
"Ayer (el sábado) la gente gritaba que los trajeran, que no los dejaran morir por allá", relató. 'Siga, pero sin armas'
Los enfrentamientos se habían iniciado el miércoles en la mañana. Del lado de Vigía del Fuerte los guerrilleros sostenían el fuego, y desde Bellavista, como se conoce al centro urbano de Bojayá, las Auc hacían lo propio.
Los combates sorprendieron a los habitantes, que no habían visto mayores movimientos de personal armado, sino a unos pocos paramilitares que patrullaban por las calles de Bojayá.
Joaquín Aguilar permaneció encerrado en la casa con su familia y otros vecinos y María González se había refugiado con unos amigos en una casa que da la espalda al río. Pero en la tarde circuló la 'orden' de los sacerdotes de que todo el mundo se fuera para la capilla, a unos 500 metros de los combates, por ser la única construcción en adobe y concreto en este poblado donde las viviendas son de madera.
Aunque escasamente había lugar para caminar, unas 300 personas se acomodaron como pudieron, mientras que los sacerdotes consiguieron algo de pan y avena para alimentar a los niños.
Esa noche y la mañana siguiente transcurrieron tranquilas, con la gente cantando y rezando para que los segundos no se hicieran tan eternos.
El jueves, al parecer, ya las Farc habían copado un sector del terreno de los 'paras' en la parte baja de Bojayá y los combates se trasladaron al propio patio del templo. Con todo, el ambiente estaba relativamente tranquilo. Las ráfagas duraban media hora y se callaban, y volvían a empezar.
Adentro había confianza en que no les iba a pasar nada porque estaban en la casa de Dios. Hasta ese momento, los grupos armados habían demostrado respeto por las banderas blancas y por un aviso a la entrada del templo que decía: "Siga, pero sin armas".
Al mediodía, el bombazo rompió el silencio. Al parecer el cilindro fue lanzado desde la parte baja del pueblo, cerca de la casa donde vive Joaquín Aguilar. La iglesia quedó destruida, al igual que cuatro construcciones de los lados.
*Los nombres se cambiaron a petición de las personas.
Néstor Alonso López L.
Corresponsal de EL TIEMPO
MEDELLÍN
|