Por: Alejandro Peña Esclusa
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Julio de 2000, Venezuela

EL MIEDO COMO PROBLEMA DE ESTADO

Un puñado de fascinerosos está a punto de apoderarse de Venezuela, en contra de la voluntad del País pensante; sin embargo, no pareciera que habrá resistencia efectiva. ¿A qué se debe este extraño fenómeno?

Décadas de bonanza petrolera y de una economía rentista, aunadas a la contracultura prevaleciente --basada en el egoísmo, el materialismo y el existencialismo--, quebraron la entereza moral y la voluntad de lucha de los venezolanos. Como consecuencia, la preservación del bienestar físico y material del individuo prevalece sobre la necesidad colectiva de defender la Patria.

Se trata de una actitud irracional, porque la inactividad no nos salvará del mal, al contrario, lo incrementará; y la emigración podrá salvarnos físicamente, más no compensará la tristeza de vivir lejos de la patria. En este caso, la irracionalidad tiene nombre: se llama miedo; por eso, no es descabellado definir al miedo como nuestro principal problema de Estado.

Para vencerlo hace falta, primero, aceptar que no habrá perdón para los indiferentes, porque si Venezuela continúa por este camino, el tirano nos someterá a todos por igual, incluso a quienes no lo hayan adversado; segundo, comprender que el enemigo es débil y fácil de derrotar, y que su éxito no se debe a sus virtudes, sino a nuestra propia inactividad; y tercero, descubrir la alegría de vivir con ideales trascendentes, más importantes que nuestra carne efímera y mortal. ¡Qué triste es vivir acobardado y sometido, tan sólo por defender un pedazo de barro! En cambio ¡qué hermoso es liberarse del miedo y decidir arriesgarlo todo por fines superiores!

Además, el éxito está asegurado. Basta revisar un poco la historia universal para darse cuenta que Dios siempre concede la victoria a quienes luchan por lo sublime y condena a la ignominia a los tiranos. Habrá bajas en el camino, pero nuestros hijos y nietos tendrán la oportunidad de vivir en un país digno.

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